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No podíamos creerlo. Lo leímos varias veces para asegurarnos de haber leído bien y aún nos sigue asombrando lo que estamos por describirles. En la última entrega de The New Yorker: "The Architect Who Became a Diamond", se relata la historia sobre cómo Luis Barragán se convirtió en diamante y fue ofrecido a Federica Zanco, directora de Barragan Foundation, como un intercambio para dar acceso libre al archivo de la obra del único Premio Pritzker mexicano que se encuentra en Basilea, Suiza. Una verdad que ha sido oficialmente revelada al público.
A través de la narración de Alice Gregory sobre la serie de eventos que culminan en la entrega del preciado objeto en el Campus Vitra, nos introducimos en detalles que desconocíamos de Luis Barragán y de cómo ha llegado su legado a una ciudad europea. La nota inicia con la travesía que realiza la protagonista del relato, la artista estadounidense Jill Magid, a Guadalajara para exhumar los restos de Luis Barragán que se encontraban en la Rotonda de los Hombres Ilustres. Un acto que realizó ante autoridades que pueden oficiar este caso y con la autorización por parte de la familia Barragán.
Luego de contar con los restos de Barragán en sus manos, viaja de vuelta a Nueva York y envía las cenizas a una compañía en Suiza dedicada a transformar cenizas de restos humanos en diamantes. Un proceso en el cual convirtió a aquel hombre alto de ojos azules admirado por su arquitectura emocional en una piedra preciosa de 2 quilates. La razón por originar todo este suceso implicaba no solo la realización de una manifestación artística, sino hacer un acercamiento íntimo con un sistema autoritario, una característica del trabajo de Jill Magid, y que en este caso se refería al poder que tiene la Fundación Barragán ante los derechos de la obra del arquitecto mexicano.
La relación que vincula a Jill Magid y Luis Barragán comienza desde hace cuatro años cuando la artista se encontraba en la galería Labor de la Ciudad de México, curiosamente frente a la Casa Estudio del mismo Barragán, y escucha por primera vez sobre el archivo de Basilea. Posteriormente, este nexo se fortalece con la exposición "Woman with Sombrero" que presentó Magid en Nueva York y en Guadalajara, en la cual entregaba una íntima aproximación sobre la vida y obra del arquitecto a través de presentar objetos que casi infringían los derechos de autor. Fue tiempo en el cual Zanco le negó la visita a Magid al archivo para consolidar esta exposición y que incitó a Magid a imponer una denuncia.
La historia prosigue con la narrativa de cómo el legado del mexicano ha terminado en manos de la familia Vitra, dentro de un bunker en el cual muy poca gente tiene acceso. Haya sido ofrecido, hace dos décadas, como regalo de compromiso de Rolf Fehlbaum, el principal de la empresa de muebles Vitra, para la historiadora de arquitectura Federica Zanco, o no, este fue un impulso para generar el acontecimiento de presentar el diamante de Barragán en forma de anillo como obsequio a Zanco y como intercambio para liberar el apreciado archivo de Luis Barragán. El desenlace sigue pendiente.
Por medio de este trabajo, Jill Magid cuestiona una verdad que impera en México: "¿Qué ocurre con el legado de un artista cuando es propiedad de una corporación y sujeto a leyes de un país donde no existe ningún trabajo arquitectónico de su autoría? ¿Quién puede acceder a él? ¿Quién no puede?". Lo anterior puede leerse como una estupenda novela, sin embargo la historia se ha confirmado con la aseveración de la presidenta de la Fundación Barragán de Guadalajara y con la presentación de la exposición del anillo, el próximo 09 de septiembre 2016 en Walter and McBean Galleries del San Francisco Art Institute.
